A Elizabeth le está fallando la vista. Ya no puede leer los libros que le encantan, ni ver esas pinturas que conmueven su espíritu, pero su mente se mantiene clara y la música llena el vacío que le ha dejado la ceguera. Cuando descubren los diarios de su padre bajo circunstancias sospechosas, ella consigue la ayuda de Morgan, una adolescente involucrada en la delincuencia, que está terminando su servicio comunitario en el hogar para ancianos donde vive Elizabeth, y leen juntas aquellos libros enmohecidos. Las dos mujeres inician una relación poco probable a medida se sienten atraídas a las palabras que el farero de la isla Porphyry escribió hace más de setenta años. En medio de este proceso, descubren que ambas están conectadas con aquella isla remota, sus vidas son sacudidas por la enigmática hermana gemela de Elizabeth, Emily, y por el hermoso pero despiadado ambiente que rodea al Lago Superior. Sin embargo, para Elizabeth, las páginas descoloridas de los diarios de su padre contienen más secretos de los que ella imaginaba, y amenazan al corazón mismo de su propia identidad personal.